Calatayud ciudad comprometida con la prevención y detección del acoso escolar.
El Pleno municipal aprobaba por unanimidad la declaración como “Municipio Antibullyn”, que implica el desarrollo de diferentes acciones para proteger a la infancia y a la adolescencia.La ciudad de Calatayud fue pionera en diseñar una estrategia para el cumplimiento de la denominada LOPIVI, La Ley 8/2021 de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia. En base a este plan impulsado desde el departamento de Servicios Sociales, en colaboración con toda la comunidad educativa, con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y con entidades y agentes relacionados con los menores se fijaron una serie de objetivos y medidas concretos.
Son los de sensibilizar y prevenir con programas educativos y campañas de convivencia y respeto. Se trata también de detectar las situaciones de violencia, de atender a las víctimas de ese acoso y a sus familias, así como de coordinar a los distintos servicios que puedan acompañarles.
“Se ha concretado el compromiso de nuestro municipio para garantizar que ningún niño, niña o adolescente viva en entornos inseguros o desprotegidos”, manifiesta la concejal Simona Dragan. Todos los grupos municipales en el Ayuntamiento bilbilitano comparten esa necesaria implicación de la administración local frente a las diferentes formas que adopta esta violencia y en diversos escenarios. Por esa razón y de forma unánime acordaron en sesión plenaria declarar Calatayud “Ciudad Antibullyn”.
A lo largo del curso se imparten talleres en colegios, clubes deportivos y entidades juveniles, y profesores, familias y personal municipal reciben formación que les ayude a entender los indicios de que pueden estar ante casos de violencia hacía niños y jóvenes y a saber actuar.
Los Servicios Sociales Municipales son la puerta de entrada desde donde se coordina el proceso, pero además existe una atención integral junto con servicios sanitarios, educativos y policiales. Todos asumen como principio prioritario que la derivación tiene que ser sencilla, y que debe de existir un seguimiento y la realización de una evaluación con la revisión de protocolos y el análisis del impacto que esos casos tienen en las víctimas.
“Sabemos que la violencia contra la infancia adopta múltiples formas: maltrato físico o emocional, negligencia, acoso escolar, abuso sexual, violencia de género presenciada, violencia digital, o incluso la falta de acompañamiento emocional, -indica la concejal de Servicios Sociales- y aunque a veces no deja marcas visibles, sí deja profundas huellas psicológicas.
Esta estrategia es posible gracias a la implicación de los múltiples agentes que trabajaron el curso pasado en distintas acciones y que continúan a lo largo de este curso.